“La radiación tiene un riesgo de daño al ADN a todo nivel de exposición. Una emisión de un radionúclido que por casualidad llega con tu sándwich a tu estómago –una exposición tan ínfima que jamás podría ser medida– tiene la capacidad de iniciar lo que se podría convertir en un cáncer fatal.”
Los gobiernos han establecido límites a la exposición por radiación “permisibles,” “admisibles” y “legales” porque los reactores no pueden operar sin emitir o tirar gases y líquidos contaminados. La exposición a esta radiación, mediante operaciones rutinarias o fusiones nucleares parciales –digamos en la leche, agua potable, o vegetales– nunca es segura. Sólo está permitida por la ley
Sin embargo, dentro de la tormenta de radiación que se extiende fuera de control, día tras día, desde los reactores destruidos de Japón y sus estanques secos de desechos ardientes de combustible, es importante tomar nota de la tormenta de arrullos reconfortantes pero erróneos sobre exposición “segura”, “inofensiva” y “menos que peligrosa”.
No hay ningún nivel de exposición a la radiación, no importa cuán pequeña, que sea inofensivo. Toda agencia federal que regula la contaminación radioactiva está de acuerdo. Toda exposición aumenta el riesgo de cáncer .El Consejo Nacional de Protección contra la Radiación dice: “…todo incremento de la radiación produce un aumento por incremento gradual del riesgo de cáncer”.
El principal portavoz del gobierno japonés, secretario jefe del gabinete, Yukio Edano, ha sido uno de los peores transgresores, miente sobre el peligro. El 21 de marzo, Edano pidió al público que no reaccionara de forma exagerada ante informes de alimentos contaminados por radiación; no dañarán en nada vuestra salud”, informó la BBC.
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