Los trabajadores de la central nuclear de Fukushima, siguen a día de hoy intentando controlar la grave situación que se vive en la planta atómica, formarán pare de la gloria que reciben los valientes. Hace 2 días trascendió que el Ceo de la planta TEPCO había pedido al Primer Ministro Japonés que le permitiera a sus trabajadores retirarse pues la contaminación era alta. Palabras mas o menos se negó rotundamente a la solicitud diciéndole que lo prioritario en ese momento era Japón, no los individuos. No sólo Japón, la humanidad entera pero lo que hicieron desde tierra pudieron haberlo hecho con los mismos camiones de bomberos y los mismos helicópteros que ahora han intervenido.
En la serie de entrevistas que ha dado el CEO manifestó que el gobierno no le permitió dar más información al mundo de cual era la situación real; lamentaba que no se hubiesen realizado desde el principio todas las maniobras necesarias y haber contado con la ayuda de los expertos internacionales; señaló que se creó un muro de secretismo alrededor del problema que han perjudicado los trabajos y dieron origen a que la situación se complicara.
Volviendo a los Ingenieros, alrededor de 20 Ingenieros recibieron contaminación directa en la cara,; hay que sumar pilotos, bomberos, policias, rescatistas , Ingenieros. Los esfuerzos que han realizado bajo esos niveles de radiación es tan elevado dentro de la central que muchos de ellos han condenado su existencia. Las graves secuelas que con lleva una elevada exposición radiactiva les vá a seguir de 3 a 5 generaciones en caso de que decidan tener hijos. Ya habián señalado que varios de ellos, van a morir irremediablemente, en días o semanas. Aquí viene la IRRESPONSABILIDAD de Tepco (Tokio Electric Power), propietaria de la planta, de las empresas subsidiarias, Gobierno, que conocían de los incidentes anteriores de la planta y además que su construcción sólo podía resistir sismos menores de 7 grados. Un aplauso a los condenados a muerte , por su liderasgo y sacrificio que nos beneficia a toda la humanidad.
Tienen una gran disciplina y autocontrol y, a pesar de que están viviendo una catástrofe terrible no dan muestras de pánico", afirma el profesor del IESE, experto en dirección de personas y liderazgo Yih-Teen Lee. Lo más admirable, además de la calma que emanan, es el sentido de colectividad que tienen. "Japón es un país acostumbrado a vivir distintos tipos de emergencias, de diferentes niveles, por tanto, disponen de protocolos para proteger a los empleados, pero estos a su vez tienen muy arraigado el sentimiento del deber, y en este caso el de proteger a la comunidad".
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