sábado, 14 de enero de 2012

NAUFRAGO CRUZERO ITALIANO COSTA CONCORDIA



Un infierno, con escenas del Titanic vivieron las 4.229 personas, entre pasajeros y tripulantes, el drama  a bordo del buque Costa Concordia, el mayor crucero de Italia. Al menos tres personas han muerto ahogadas (dos turistas franceses y un marinero peruano) y unas 70 resultaron heridas, y hay decenas de desaparecidos. Los españoles eran 177, de ellos siete tripulantes. Entre los desaparecidos hay un español de 68 años, Guillermo Gual, 2  mexicanos.  La Protección Civil italiana impone cautela en la lista de desaparecidos, pues algunos pasajeros fueron encontrados tras horas de confusión, como cuatro norteamericanas.

«El descontrol es terrible» en la naviera Costa Cruceros, propietaria de la nave. La lista ofrecida por la naviera a las autoridades españolas, indica que  el total de españoles en el crucero tendría que haber sido 196, de ellos 7 tripulantes, según comentaban a ABC fuentes de la embajada española. El accidente se produjo frente a la isla de Giglio, en el archipiélago de Toscana, cuando por «un error humano», según fuentes de la investigación, la nave chocó lateralmente contra un escollo. El comandante de la nave, Franco Schettino, y el primer oficial, Ciro Ambrosio, han sido detenidos por orden de la fiscalía, con la acusación de homicidio culposo, desastre y abandono del buque.

A las siete de la tarde del viernes, la nave había zarpado del puerto de Civitavecchia, a 40 kilómetros de Roma. Todo sucedió en unos minutos. «Eran las nueve y media de la noche. Estábamos cenando. De repente se fue la luz. Oímos un gran estruendo y todos los platos se cayeron al suelo ocasionando gran pánico», contó Luciano Castro, periodista. El capitán del barco advirtió por los altavoces que se trataba de un problema eléctrico. Poco después los pasajeros se percataron de que la nave se inclinaba, que no podían mantenerse de pie y que comenzaba a entrar agua en el buque. Entonces cundió el pánico y el caos fue total, porque ni siquiera la tripulación, en su mayoría filipinos y mal instruida, supo dar indicaciones precisas. Fueron momentos dramáticos. Algunos pasajeros cayeron al agua. Otros se lanzaron al mar para intentar salvarse, al ver que la nave se hundía cada vez más, y se las tuvieron que ver con el frío de las aguas y de la noche. La tripulación ni siquiera supo proceder adecuadamente en las labores de socorro y salvamento. Algunas lanchas cayeron sobre los pasajeros, según sus testimonios.

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